Durante un momento
Cecilia dejó de teclear durante un momento y miró por la ventana. Hoy se sentía especialmente agobiada sin saber muy bien el porqué… o quizás si, quizás si sabía perfectamente lo que le pasaba, pero no se atrevía a reconocerlo.
Intentó ver más allá de su ventana, percibir cualquier detalle nuevo del exterior. Necesitaba un cambio, un avance, y sentía que no tenía que ver con lo que se estaba forjando a su alrededor, quería algo más. Crecía en ella la inquietud por no sentir aún que avanzaba, que mejoraba, que levantarse cada mañana tenía sentido más allá de cuidar de aquellos que tanto la necesitaban. Ansiaba probar sus fuerzas y poder gritar convencida a los cuatro vientos que al fin era libre y que había conquistado su propia vida, encontrado su camino.
De pronto sonó el teléfono:
– Si, dime… si, si, vale… Que si, que estoy bien, no te preocupes… Tengo un día raro, nada más…Venga, que sigo con esto… Hasta luego.
Cecilia colgó, volvió a mirar al frente, a la pantalla de su ordenador, y siguió tecleando.
Echaba de menos tus relatos… ojalá algún día te convenzas a tí misma del valor de tus acciones y tu trabajo. Ojalá algún día, muy pronto, llegues a ver con los ojos del corazón el valor de esa libertad que ansías. Saca la cabeza por esa ventana, y grita ¡grita con todas tus fuerzas! seguro que tus palabras siempre tocarán en la puerta correcta…