Amor de Madre
Mañana será el día de las madres, pero cualquier otro día hubiera sido bueno para escribir ésto. Creo que las cosas se hacen cuando salen del corazón, cuando un detalle o una palabra te hace saltar la chispa que te anima a tomar el lápiz y escribir sin mirar ni calendarios ni tradiciones comerciales. Eso hice hace pocos días, tomar mi bolígrafo, un papel, y escribir, motivado por unas lágrimas, por una sonrisa, por un deseo…
Mi motivación se presentó de la mano de un tranquilo paseo. Fue el martes pasado, era media tarde, y aquel instante me recordó mucho más que una simple imagen tierna: me recordó un sentimiento, algo lejano, tierno e infantil, un calor íntimo que me hizo vibrar y sentirme acogido.
Tuvieron que ser «mis» niños, Gara y Jonay, quienes me lo recordaron, y no una, sino dos veces. Paseábamos por el campo, felices, tranquilos, cuando el pequeño se echó a llorar repentinamente recordando un paseo anterior por el mismo sitio, en el que le regaló una flor a su madre. No encontró mejor lugar para esconder sus lágrimas nostálgicas que en el abrazo de su madre. Cálido, acogedor… unas palabras suaves, y un deseo que se transmitió por el viento gracias a «un abuelito» (ya sabéis, esa flor que se sopla, y cuyas hojas, salen volando) sirvieron para consolarlo. Como siempre, la sabiduría de una madre. Y el consuelo que le supo arrancar esa sonrisa que tanto necesitaba. Un poco después, ya en el supermercado, ambos niños se fundieron en un abrazo espontáneo a su madre en la misma cola de la caja. Sin más palabras, sin más deseos, sin nada más. Sólo un abrazo, rápido pero sentido. Aquella tarde fue la representación en dos actos del Amor de Madre, el verdadero amor.
Sí, porque no hay más amor verdadero y duradero que el que existe entre madre e hijo, inocente, cálido y generoso.
Lo curioso es que aquella desazón interior la descubrí después, en el breve silencio y espacio del que a veces uno dispone. Y era el recuerdo, el recuerdo de mi necesidad por tí.
Mamá, te echo de menos. Sé que estás ahí, que siempre lo estarás, pero desgraciadamente nos hacemos mayores y con la edad perdemos la inocencia, y la calidez, y la generosidad para hacer un hueco en nuestra apretada agenda para correr a daros un abrazo, sin más. Y cuando nos damos cuenta suele ser demasiado tarde. Y tienen que ser unos niños quienes nos lo recuerden…
Que el amor no se pide; se da sin más. Que los abrazos y los besos y los cariños siempre los necesitamos, y que no hay nada ni nadie en el mundo que nos brinde esa seguridad, y ese calor y ese amor como lo hacéis vosotras. Porque siempre seremos vuestros «niños», la sangre de vuestra sangre y aquéllos por quien daríais la vida.
Ojalá no se nos olvidara nunca. Ojalá pudiera grabarlo a fuego en el corazón y dejarlo marcado como tantas veces os lo han marcado a vosotras a base de sufrimientos, peleas, y miedos por nosotros.
Hoy te tengo lejos y creo que éste será el primer día de la Madre en que no pueda acercarme a darte un beso, pero creo que eso es algo simbólico porque sabes que no hará falta. Sabes que ese día te lo daré, estemos donde estemos.
Gracias, mamá. Gracias por todo lo que siempre me has dado, y felicidades. A tí, mamá, y a Carmen madre, que tan ricas salchichas prepara y que tan bien ha sabido recibirme en su casa, y por supuesto, a Carmen hija, la madre de Gara y Jonay, quien día a día me recuerda lo que es el Amor de Madre.
Yo soy madre y entre madres nos entendemos sin vernos y sin hablar… No te preocupes, tu madre sabe cuánto la quieres hoy y siempre, y no dudes de que siempre, pase lo que pase y sea como sea, estará cerquita tuya.
Un beso
Soy madre uqe da todo por los hijos y estoy segura de que así hay muchas por eso que Dios las Bendiga a todas esas madres abnegadas.