Caín, de José Saramago
Cuando José Saramago falleció comprobamos aterrados que en algunos foros se brindó con champán. Fue la más triste constatación del energumenismo triunfante así como de la incapacidad, que en algunos es trinchera, que buena parte de la sociedad tiene para pensarse en términos modernos, secularizados y laicos. Gente que se decía católica practicante escupía sobre la tumba caliente del escritor portugués al parecer por haber escrito obras como la que ahora reseñamos, Caín, y que nos sirve para inaugurar la nueva etapa que hoy comienza en este blog.
Son difíciles de entender tales críticas “teo(i)lógicas” a Saramago. Por otra parte, el debate que os proponemos es literario (aunque la literatura nunca es solo literatura), no político. Así que ignoremos a los que “ladran su rencor por las esquinas” (¡?), que probablemente no hayan leído nunca un párrafo del Nobel luso, y centrémonos en lo que verdaderamente importa.
Saramago pensó que la parca se disponía a dar el funesto tijeretazo ya en 2008. Entonces sufrió una grave dolencia que lo tuvo hospitalizado con pie y medio en el otro lado. Pero sobrevivió, Saramago, y cual ave Fénix, el enjuto y menudo escritor descubrió que tenía todavía tantas cosas por decir, por contar, por escribir. Vislumbramos en el autor portugués un fenómeno repetido, y que personalmente nos maravilla: cuando, en los últimos renglones de su vida, un escritor, un artista, tal vez ya liberado de cualquier atadura estilística, moral, personal, desata su praxis creativa hasta conseguir lo que, sin intención de alarmar a nadie, calificaríamos de movimiento absoluto, velocidad instantánea.
Un estilo fuera de todo estilo. Quizá uno de los ejemplos más representativos se halle en la pintura: el viejo Turner, en sus últimos días, anunciando con sus cuadros el final de la pintura figurativa, intuyendo el impresionismo, proclamando sin saberlo una nueva era en el arte pictórico, es decir, una visión.
Y así es Caín, la última novela publicada por Saramago en vida, una visión o, mejor dicho, una visión de visiones, dotada con una fina ironía, a través de diálogos que son también como pinceladas impresionistas, siguiendo la senda ya señalada con su El viaje del elefante, libro tronchante aparecido unos meses antes que Caín.
Saramago reinterpreta el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia, a través de los ojos de Caín, el fraticida, el poseedor de la célebre marca con el que Dios, paradójicamente, quiso protegerlo. Pero la obra de Saramago es también la historia de un destierro. Destierro al que ve obligado Caín, tras haber matado a su hermano Abel y ser condenado por el Creador a vagar sin destino.
En su deambular, Caín saltará una y otra vez de tiempo y lugar y será testigo de algunas de las escenas más conocidas de la Biblia: el sacrificio de Isaac por Abraham (resuelto de manera inesperada), la destrucción de Sodoma y Gomorra (que le causa a Caín una zozobra moral irresoluble), el derrumbamiento de las murallas de Jericó, la cólera de Moisés cuando al bajar del Sinaí contempla el becerro de oro, los padecimientos del santo Job, el mandato divino a Noé y el Diluvio Universal…Un viaje exterior e interior en el que Caín observa, entre indignado y estupefacto, que la justicia de Dios está muy lejos de ser “justicia”. O como se dice en el libro: «la historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros, ni nosotros lo entendemos a él».
Título: Caín
- Autor: José Saramago
- Año edición: 2009
- Editorial: Alfaguara
- Precio: 18,50
- 280 páginas