El Premio Nobel de Literatura

Medalla del Premio Nobel de Literatura

¿Qué escritor no sueña con ser reconocido y distinguido en su campo de trabajo? Ninguno, podríamos suponer, puede sentirse indiferente ante el reconocimiento de pares y expertos en aquello a lo que uno dedica la vida. Es por eso que los premios de literatura más prestigiosos a nivel internacional causan tanto revuelo en torno a sus ganadores.

Y sin dudas el premio más importante para un escritor es el Nobel de Literatura, que se entrega desde 1901, casi ininterrumpidamente, con un año de suspenso por la Primera Guerra Mundial y cuatro años de suspenso debido a la Segunda Guerra.

El primer autor español en recibir el galardón fue José Echegaray, en 1904, seguido de Jacinto Benavente en 1922, Juan Ramón Jiménez en 1956, Vicente Aleixandre en 1977 y Camilo José Cela, en 1989. El más reciente ganador, distinguido en 2010, fue el peruano Mario Vargas Llosa, nacionalizado español.

El premio Nobel destinado a la Literatura fue uno de los cinco premios originales que fueron estipulados en el testamento del sueco Alfred Nobel. Allí, el conocido filántropo que dio origen a este galardón señaló que debe entregarse “a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”.

Para garantizar que el deseo de Nobel se cumpla cada año, la Academia Sueca se encarga de analizar en detalle la producción literaria contemporánea, designando el primer jueves de octubre de cada año al feliz ganador.

Por supuesto que, como todo premio de este tipo, no deja de estar limitado a las percepciones de la época, y es por eso que a lo largo del tiempo han surgido polémicas acerca de la ausencia de algunos autores fundamentales del siglo XX en la lista de premiados con el Nobel de Literatura.

Al respecto, resulta muy interesante la obra de Kjell Epsmark El Premio Nobel de Literatura. Cien años de la misión. El autor, miembro de la Academia Sueca, hace un racconto de las ausencias antes mencionadas, nombrando en detalle los que a su juicio fueron las omisiones más grandes en la historia del premio, como Liev Tolstói, Emile Zola o Paul Valéry, entre muchos otros.

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