Villa Diamante, de Boris Izaguirre
Ya desde hace algunos años, Boris Izaguirre ha venido sorprendiendo a propios y extraños con su calidad literaria. Asociado en nuestro país siempre con la farándula y la irreverencia, lo cierto es que Izaguirre es mucho (muchísimo) más que eso. Su consagración en el mundillo de los libros vino, y aunque llevaba ya algún título a sus espaldas, de la mano de “Villa diamante”, que le valió ser el finalista del Premio Planeta en la edición correspondiente al año 2007.
La historia, ambientada en los años 40 del pasado siglo XX, narra las vidas de dos hermanas, Irene y Ana Elisa, quienes aún llevando vidas totalmente paralelas en un país machacado por las dictaduras aunque próspero e inocente, se asomarán a un destino del todo cruel que dirigirá sus existencias.
Durante los primeros años de esa década, Ana Elisa tendrá sueños de inmortalidad que intentará materializar a través de una casa que consiga hacerla eterna; para ello, deberá de convencer a un arquitecto, que vive en la otra orilla del océano, para hacer de ella un símbolo de un amor que está empeñado en sobrevivir contra todo pronóstico, incluso contra aquel que atenaza el miedo y el mal.
Sin embargo, de todos los personajes (todos tan humanos, tan grandiosos en sus pieles) que conforman este relato dramático, hay uno que sobresale por encima: se trata de Villa Diamante, esa construcción misteriosa e inaccesible que se convierte en el emblema de toda una vida.
Sin duda alguna, la novela sirvió para consagrar a Izaguirre como un magnífico narrador que es capaz, casi sin despeinarse, de transportar al lector al brillo y esplendor de toda una época sin olvidar, por supuesto, las necesarias sombras. Aquellos que os acerquéis a estas casi 500 páginas, no encontraréis en ellas nada banal, ni frívolo, nada que os recuerde a la estudiada imagen de este showman televisivo.
Título: «Villa Diamante»
Autor: Boris Izaguirre