El último testamento, lo nuevo de James Frey

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James Frey es un escritor estadounidense polémico, desafiante y provocador, cuya última novela, El último testamento, ha sido editado en España por la editorial Mondori y por la que nuevamente se vislumbra la polémica. Frey posee ese tipo de personalidades que hacen que se hable más del autor que de la obra, pero la mayoría de la crítica lo reconoce como un escritor de talento y un narrador que una habilidad natural para mezclar la realidad y la ficción.

Esa mezcla fue el origen de la polémica que rodeó a su debut literario, en 2003, con un supuesto libro de memorias, En mil pedazos (A Million Little Pieces), un relato muy crudo sobre un adicto que intenta alejarse de las drogas, libro que fue recomendado por la famosa presentadora de televisión Oprah Winfrey, y que luego se descubrió se trataba de una obra con mucho más de ficción que «verdad». En mil pedazos fue un éxito de ventas en Estados Unidos pero, tras la controversia y ante los reclamos la editorial que lo había publicado, llegó incluso a tener que devolver el dinero a quienes habían comprado el libro.

El último testamento, la nueva novela de James Frey trata sobre la segunda venida Jesucristo a la Tierra. Aunque no parece un tema muy atractivo la historia del hijo de Dios viviendo en plena ciudad de Nueva York, la narración logra hacer creíble a un Mesías que se acuesta con hombres y mujeres, que cura a los enfermos y ayuda a morir a los desahuciados y que se rebela contra el gobierno y contra la Iglesia, lo que ya es bastante.

No sería extraño que Frey vuelva a levantar polémica con este libro, por algo se lo ha catalogado de sabio y de revolucionario, y sus libros han sido traducido a treinta y ocho idiomas, pero también tiene un gran número detractores, ha tenido serios problemas con sus editoriales, ha protagonizado escándalos en los medios de comunicación y en determinado momento tuvo que salir a las apuradas de Estados Unidos para vivir Francia.

Y todo esto parece deberse a que James Frey juega muy bien mezclando la realidad con la ficción, cruzando esa delgada línea al escribir.

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