23 de abril: Día Internacional del Libro

Rosa y libro

Nos hemos habituado a vivir cada 23 de abril el Día Mundial del Libro. Vemos como en nuestras ciudades las librerías montan sus stands en las calles y hacen promociones. Como siempre, en este día, personajes conocidos de diferentes ámbitos de nuestra sociedad comienzan la lectura de «El Quijote», nuestro libro más internacional, y en escuelas, institutos y asociaciones se celebran eventos y se fomentan actividades encaminadas a promover la afición por los libros.

Para muchos de nosotros no deja de ser un día más, pero para otros, ligados como está también al día de San Jorge (o Sant Jordi), es un día diferente, en el que los enamorados se regalan una rosa… y un libro.

Muchos podrán pensar que la idea es, como tantas otras puramente comercial, pero no todos sabrán su verdadero origen, ni cuándo comenzó ni por qué, ni tendrán en cuenta que, el verdadero sentido de un Día Internacional del Libro no es otro que el de fomentar la lectura, descubrir el placer de leer historias escritas y, en cierto modo, dar reconocimiento, aunque sea por un día, a quienes con su pluma, lápiz y papel, han contribuido en el progreso social y cultural del mundo.

Ahora quizás la idea se haya desvirtuado por temas comerciales e incluso desde que decidieron unir este día al de la protección de los derechos de autor, pero lo cierto, que la idea primigenia es realmente bella e inspiradora.

El origen del Día del Libro hay que situarlo en el año 1930, aunque los antecedentes se remontan al año 1925. Surgió en Cataluña cuando el escritor valenciano Vicente Clavel Andrés propuso a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona homenajear un día al año a los libros y sus autores. Aquella idea prosperó de modo que el rey Alfonso XIII firmó un Real Decreto el 6 de febrero de 1926 por el que creaba de modo oficial la «Fiesta del Libro Español» el día 7 de octubre, fecha del nacimiento de Cervantes. Aquella idea siguió adelante con la intención de declarar un Día Nacional para tal evento.

Se cambió el día y se pensó, en 1930, que no había fecha más señalada en la literatura mundial que la del 23 de abril, fecha que coincide con el aniversario del nacimiento y fallecimiento de algunos conocidos escritores, entre ellos, y sobre todo, Miguel de Cervantes y William Shakespeare, dos referentes primordiales a nivel internacional.

Quizás la fecha no sea exacta, pues Cervantes realmente falleció el 22 de abril (aunque fue enterrado el 23) y Shakespeare murió el 23 de abril, sí, pero del calendario juliano, que equivaldría al 3 de mayo del calendario gregoriano por el que nos regimos hoy día. Pero no es menos cierto que en este día también ha habido otros hechos importantes en las letras, como el fallecimiento de William Wordsworth, en el año 1850, el de Josep Plá, en 1981, o el nacimiento del escritor colombiano Manuel Mejía Vallejo, en 1923, o incluso, el 22 de abril, el de Vladimir Nabokov, en 1899.

Establecido el día, finalmente se aprobó en toda España la celebración del Día del Libro el 23 de abril, pero no fue sino hasta el año 1995 cuando, a propuesta de la Unión Internacional de Editores, el gobierno español presentó una propuesta a la Unesco para que esta celebración se internacionalizara. Así, en 1995, este organismo proclamó el 23 de abril de cada año como el «Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor».

Desde 2001, además, cada año se elige a una capital mundial como la «Capital Mundial del Libro», siendo la primera elegida Madrid. Posteriormente lo serían Alejandría (en el año 2002), Nueva Delhi (2003), Amberes (2004), Montreal (2005), Turín (2006), Bogotá (2007), Ámsterdam (2008), Beirut (2009), Liubliana (2010), Buenos Aires (2011), Erevan (2012) y este año que lo será Bangkok (2013). Para el 2014 la capital recaerá en Port Harcourt, en Nigeria.

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